El amigo Uniberto viene publicando posts en homenaje a Julio Cortázar a 25 años de su muerte (que se cumplieron el pasado 12 de febrero).
9 de febrero: Julio Cortázar en el cine
10 de febrero: Carlos Fuentes escribió sobre Cortázar
11 de febrero: Esa línea que hace temblar a un hombre
12 de febrero: Cortázar en la palabra de los grandes
Esto me hizo recordar que, en una época en que tenía a mi cargo cursos de "Organización Empresarial", "Administración y Planeamiento Empresarial" y "Gestión de Microempresas" en diferentes escuelas de Buenos Aires (en Capital Federal, Munro y San Justo), solía utilizar un escrito de Cortázar para alguna clase del curso.
El texto es "Instrucciones para subir una escalera" y se los transcribo para refrescar la memoria:
Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se situó un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.
Solía ser algo memorable y que siempre quedaba como un momento inolvidable dentro del curso.
La intención siempre era utilizarlo para explicar y ejemplificar temas relativos a Manuales de Organización. Poner un ejemplo de lo claro y meticuloso que debían ser esos manuales, no dejando nada por sobrentendido.
Pero también poner en evidencia el riesgo siempre latente de caer en la obviedad y el ridículo si nos excedíamos.
Por lo general les planteaba un ejercicio, escribir un manual de instrucciones sobre cómo subir una escalera. Pueden imaginarse que las carcajadas de 30 adolescentes de 18 años de edad promedio (en los cursos nocturnos el promedio subía a más de 40 años) alteraban la paz del "antro educativo". Pero lo mejor venía cuando les mantenía el desafío. Pasaban a mirarme como si estuviera loco. Era muy gracioso ver esas caras.
Al final terminaba sacando el bendito escrito para que lo leyeran.
Puedo asegurar tres cosas:
1 - Nunca encontré a alguno que lo conociera de antes.
2 - El tema les quedaba más que claro, y seguro que no lo olvidaban.
3 - Más adelante solía ver a alguno que otro con un libro de Cortázar.
Conclusión: Misión amplia y satisfactoriamente cumplida
9 de febrero: Julio Cortázar en el cine
10 de febrero: Carlos Fuentes escribió sobre Cortázar
11 de febrero: Esa línea que hace temblar a un hombre
12 de febrero: Cortázar en la palabra de los grandes
Esto me hizo recordar que, en una época en que tenía a mi cargo cursos de "Organización Empresarial", "Administración y Planeamiento Empresarial" y "Gestión de Microempresas" en diferentes escuelas de Buenos Aires (en Capital Federal, Munro y San Justo), solía utilizar un escrito de Cortázar para alguna clase del curso.
El texto es "Instrucciones para subir una escalera" y se los transcribo para refrescar la memoria:
Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se situó un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.
de "Historias de Cronopios y de Famas", Julio Cortázar, 1962. © 1996 Alfaguara
Solía ser algo memorable y que siempre quedaba como un momento inolvidable dentro del curso.
La intención siempre era utilizarlo para explicar y ejemplificar temas relativos a Manuales de Organización. Poner un ejemplo de lo claro y meticuloso que debían ser esos manuales, no dejando nada por sobrentendido.
Pero también poner en evidencia el riesgo siempre latente de caer en la obviedad y el ridículo si nos excedíamos.
Por lo general les planteaba un ejercicio, escribir un manual de instrucciones sobre cómo subir una escalera. Pueden imaginarse que las carcajadas de 30 adolescentes de 18 años de edad promedio (en los cursos nocturnos el promedio subía a más de 40 años) alteraban la paz del "antro educativo". Pero lo mejor venía cuando les mantenía el desafío. Pasaban a mirarme como si estuviera loco. Era muy gracioso ver esas caras.
Al final terminaba sacando el bendito escrito para que lo leyeran.
Puedo asegurar tres cosas:
1 - Nunca encontré a alguno que lo conociera de antes.
2 - El tema les quedaba más que claro, y seguro que no lo olvidaban.
3 - Más adelante solía ver a alguno que otro con un libro de Cortázar.
Conclusión: Misión amplia y satisfactoriamente cumplida