Desde hace un tiempo tengo un texto que alguna vez me llegó y que periódicamente leo.
No falla, antes de llegar siquiera a la cuarta parte ya estoy lagrimeando, y mi fondo masoquista y mi tozudez escorpiana me empujan a seguir leyéndolo hasta el final, cuestión de hacerme pelota por completo.
Durante todo este tiempo estuve convencido de que su autor era Lalo Mir y que lo había dicho en el programa "Lalo Bla Bla" en Radio Mitre, y hace un tiempo que tenía ganas de publicarlo para poder compartirlo.
Lo primero era investigar un poco para tratar de confirmar la información que tenía.
Encontré varias referencias al mismo origen, aunque ninguna "oficial" (ni de Radio Mitre ni del propio Lalo Mir), pero de pronto encontré algo que me sorprendió.
Leí un comentario donde se explicaba que lo de Lalo era una adaptación al formato en que lo difundiría de un capítulo del libro "Más respeto que soy tu madre!".
Ya conocía el libro y tengo pendiente comprarlo para poder leerlo tranquilo. Aunque este libro fue publicado como "blogonovela de 200 capítulos que se publicó en Internet desde septiembre de 2003 y hasta el 5 de julio de 2004" en el blog "mujergorda.bitacoras.com" por Hernán Casciari, donde es posible leerlo íntegro, junto con los comentarios recibidos.
"Más respeto que soy tu madre" ha sido editado en castellano por Plaza & Janés, en España, 2005, y Editorial Sudamericana, Argentina, 2006
Ahora si, les dejo un link a la versión original del capítulo 122 del 8 de enero de 2004 acá.
Y una mención especial a Hernán, a quien sigo en Orsai.
Tengo que aclarar que esta versión original es excelente, pero dentro del contexto del libro, con toda la historia y los personajes de la historia.
Debo reconocer que la versión de Lalo Mir es más concisa, pero más generalista al no usar los personajes y haberlo abstraído del contexto del libro.
Así que, cumplido con el reconocimiento al autor original, ahora voy a cumplir con mi objetivo original, compartir el texto de Lalo.
Espero que algunos lagrimeen al menos un poco, así no me siento tan solo, sobre todo porque acá ..... lo del mate y su ceremonia se extraña:
Para los que lo practican ... para que se identifiquen, para los que no lo practican ... para que intenten comprender.
de Lalo Mir en el programa "Lalo Bla Bla" Radio Mitre
EL MATE:
El mate no es una bebida. Bueno, sí.
Es un líquido y entra por la boca.
Pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed. Es más bien una costumbre, como rascarse.
El mate es exactamente lo contrario que la televisión: te hace conversar si estás con alguien, y te hace pensar cuando estás solo.
Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es "hola" y la segunda "¿unos mates?".
Esto pasa en todas las casas. En la de los ricos y en la de los pobres.
Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios o inmaduros.
Pasa entre los viejos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras estudian o se drogan.
Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse en cara.
Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar. En verano y en invierno.
Es lo único en lo que nos parecemos las víctimas y los verdugos; los buenos y los malos.
Cuando tenés un hijo, le empezás a dar mate cuando te pide. Se lo das tibiecito, con mucha azúcar, y se sienten grandes.
Sentís un orgullo enorme cuando un esquenuncito de tu sangre empieza a chupar mate. Se te sale el corazón del cuerpo. Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo amargo, dulce, muy caliente, tereré, con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón.
Cuando conocés a alguien por primera vez, te tomás unos mates. (te acordas?) La gente pregunta, cuando no hay confianza:
"¿Dulce o amargo?". El otro responde: "Como tomes vos".
Los teclados de Argentina tienen las letras llenas de yerba.
La yerba es lo único que hay siempre, en todas las casas. Siempre.
Con inflación, con hambre, con militares, con democracia, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba, un vecino tiene y te da. La yerba no se le niega a nadie.
Éste es el único país del mundo en donde la decisión de dejar de ser un chico y empezar a ser un hombre ocurre un día en particular.
Nada de pantalones largos, circuncisión, universidad o vivir lejos de los padres.
Acá empezamos a ser grandes el día que tenemos la necesidad de tomar por primera vez unos mates, solos.
No es casualidad. No es porque sí.
El día que un chico pone la pava al fuego y toma su primer mate sin que haya nadie en casa, en ese minuto, es que ha descubierto que tiene alma. O está muerto de miedo, o está muerto de amor, o algo: pero no es un día cualquiera.
Ninguno de nosotros nos acordamos del día en que tomamos por primera vez un mate solo. Pero debe haber sido un día importante para cada uno. Por adentro hay revoluciones.
El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores...
Es la solidaridad de bancar esos mates lavados porque la charla es buena.
La charla, no el mate.
Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar, vos hablás mientras el otro toma y es la sinceridad para decir: ¡Basta, cambiá la yerba!".
Es el compañerismo hecho momento.
Es la sensibilidad al agua hirviendo.
Es el cariño para preguntar, estúpidamente, "¿está caliente, no?".
Es la modestia de quien ceba el mejor mate. Es la generosidad de dar hasta el final.
Es la hospitalidad de la invitación. Es la justicia de uno por uno.
Es la obligación de decir "gracias", al menos una vez al día.
Es la actitud ética, franca y leal de encontrarse sin mayores pretensiones que compartir.
¿TE SENTISTE INCLUÍDO?.... compartilo entonces con quienes alguna vez tomaste un mate.
Bueno, como no podía ser de otra manera, ya dejé mojado el teclado.
No falla, antes de llegar siquiera a la cuarta parte ya estoy lagrimeando, y mi fondo masoquista y mi tozudez escorpiana me empujan a seguir leyéndolo hasta el final, cuestión de hacerme pelota por completo.
Durante todo este tiempo estuve convencido de que su autor era Lalo Mir y que lo había dicho en el programa "Lalo Bla Bla" en Radio Mitre, y hace un tiempo que tenía ganas de publicarlo para poder compartirlo.
Lo primero era investigar un poco para tratar de confirmar la información que tenía.
Encontré varias referencias al mismo origen, aunque ninguna "oficial" (ni de Radio Mitre ni del propio Lalo Mir), pero de pronto encontré algo que me sorprendió.
Leí un comentario donde se explicaba que lo de Lalo era una adaptación al formato en que lo difundiría de un capítulo del libro "Más respeto que soy tu madre!".
Ya conocía el libro y tengo pendiente comprarlo para poder leerlo tranquilo. Aunque este libro fue publicado como "blogonovela de 200 capítulos que se publicó en Internet desde septiembre de 2003 y hasta el 5 de julio de 2004" en el blog "mujergorda.bitacoras.com" por Hernán Casciari, donde es posible leerlo íntegro, junto con los comentarios recibidos.
"Más respeto que soy tu madre" ha sido editado en castellano por Plaza & Janés, en España, 2005, y Editorial Sudamericana, Argentina, 2006
Ahora si, les dejo un link a la versión original del capítulo 122 del 8 de enero de 2004 acá.
Y una mención especial a Hernán, a quien sigo en Orsai.
Tengo que aclarar que esta versión original es excelente, pero dentro del contexto del libro, con toda la historia y los personajes de la historia.
Debo reconocer que la versión de Lalo Mir es más concisa, pero más generalista al no usar los personajes y haberlo abstraído del contexto del libro.
Así que, cumplido con el reconocimiento al autor original, ahora voy a cumplir con mi objetivo original, compartir el texto de Lalo.
Espero que algunos lagrimeen al menos un poco, así no me siento tan solo, sobre todo porque acá ..... lo del mate y su ceremonia se extraña:
Para los que lo practican ... para que se identifiquen, para los que no lo practican ... para que intenten comprender.
de Lalo Mir en el programa "Lalo Bla Bla" Radio Mitre
EL MATE:
El mate no es una bebida. Bueno, sí.
Es un líquido y entra por la boca.
Pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed. Es más bien una costumbre, como rascarse.
El mate es exactamente lo contrario que la televisión: te hace conversar si estás con alguien, y te hace pensar cuando estás solo.
Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es "hola" y la segunda "¿unos mates?".
Esto pasa en todas las casas. En la de los ricos y en la de los pobres.
Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios o inmaduros.
Pasa entre los viejos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras estudian o se drogan.
Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse en cara.
Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar. En verano y en invierno.
Es lo único en lo que nos parecemos las víctimas y los verdugos; los buenos y los malos.
Cuando tenés un hijo, le empezás a dar mate cuando te pide. Se lo das tibiecito, con mucha azúcar, y se sienten grandes.
Sentís un orgullo enorme cuando un esquenuncito de tu sangre empieza a chupar mate. Se te sale el corazón del cuerpo. Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo amargo, dulce, muy caliente, tereré, con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón.
Cuando conocés a alguien por primera vez, te tomás unos mates. (te acordas?) La gente pregunta, cuando no hay confianza:
"¿Dulce o amargo?". El otro responde: "Como tomes vos".
Los teclados de Argentina tienen las letras llenas de yerba.
La yerba es lo único que hay siempre, en todas las casas. Siempre.
Con inflación, con hambre, con militares, con democracia, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba, un vecino tiene y te da. La yerba no se le niega a nadie.
Éste es el único país del mundo en donde la decisión de dejar de ser un chico y empezar a ser un hombre ocurre un día en particular.
Nada de pantalones largos, circuncisión, universidad o vivir lejos de los padres.
Acá empezamos a ser grandes el día que tenemos la necesidad de tomar por primera vez unos mates, solos.
No es casualidad. No es porque sí.
El día que un chico pone la pava al fuego y toma su primer mate sin que haya nadie en casa, en ese minuto, es que ha descubierto que tiene alma. O está muerto de miedo, o está muerto de amor, o algo: pero no es un día cualquiera.
Ninguno de nosotros nos acordamos del día en que tomamos por primera vez un mate solo. Pero debe haber sido un día importante para cada uno. Por adentro hay revoluciones.
El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores...
Es la solidaridad de bancar esos mates lavados porque la charla es buena.
La charla, no el mate.
Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar, vos hablás mientras el otro toma y es la sinceridad para decir: ¡Basta, cambiá la yerba!".
Es el compañerismo hecho momento.
Es la sensibilidad al agua hirviendo.
Es el cariño para preguntar, estúpidamente, "¿está caliente, no?".
Es la modestia de quien ceba el mejor mate. Es la generosidad de dar hasta el final.
Es la hospitalidad de la invitación. Es la justicia de uno por uno.
Es la obligación de decir "gracias", al menos una vez al día.
Es la actitud ética, franca y leal de encontrarse sin mayores pretensiones que compartir.
¿TE SENTISTE INCLUÍDO?.... compartilo entonces con quienes alguna vez tomaste un mate.
Bueno, como no podía ser de otra manera, ya dejé mojado el teclado.