Para buscar un texto en el blog:

jueves, 13 de noviembre de 2008

Presentación

Hola, me presento en sociedad:

Soy Daniel, un argentino trasplantado a Madrid en 2002, en plena época de crisis con el tristemente famoso “corralito”.
Aunque no fue ese corralito el que me empujó a mirar afuera, sino largos años de desempleo o subempleo.
Años de malvivir y gastar zapatos, tocar miles de timbres, enviar miles de curriculums y vivir apretando los dientes. Todo para encontrar, cuando la había, la misma respuesta “sus conocimientos y experiencia exceden el perfil requerido”.
Mi problema eran más de 30 años de experiencia. Y si intentaba maquillar a la baja el curriculum, me preguntaban que qué había hecho, porqué no había progresado.
Y todo esto en las contadas búsquedas donde podía presentarme por la edad.
Así fue que mi hijo (que ya había emigrado un año antes) me ofreció la posibilidad de probar fuera.
Sinceramente, fue algo muy, pero muy duro.
1º Tomar la decisión de irme.
2º Hacerme a la idea de que tenía que irme solo, dejando a mi esposa, a la espera de que lograra insertarme. (fueron 3 duros meses de separación forzosa)
3º Anunciárselo a la familia. Padres ya mayores que seguramente pensaron lo mismo que había pensado yo un año antes al irse mi hijo mayor: “¿lo volveré a ver?”.
4º Preparar todo, tomando conciencia de que tenía que dejar atrás muchas cosas. Uno no puede llevarse todo (eran solo dos bultos de 32 kg) ¿alguien puede imaginarse lo que es tratar de reducir a esos 64 kg todas tus pertenencias y recuerdos, toda una vida en esos dos bolsos?.Yo puedo darles mi respuesta: es muy difícil elegir qué te llevás y de qué te deshacés. Varias docenas de libros fueron a alguna biblioteca, la ropa pasó por un tamiz muy exigente, muchos kilos de papeles tuvieron el triste destino de la basura. Muchas de esas cosas que uno guarda tuvieron que pasar por la prueba del “lo guardé x años ¿hizo falta alguna vez?” Les recomiendo hacer un pequeño ensayo a pequeña escala y podrán entenderme. Fueron unos pocos meses muy, pero muy movidos. Y a mi esposa le tocó la peor parte, hacer lo mismo más tarde, sola y encima desmontar la casa (muebles y todos los etc.).
5º La ronda de despedidas. Y aquí yo también me preguntaba ¿los volveré a ver?
6º Algo que en otras circunstancias es agradable, pero en este plan …… : encarar la puerta de embarque en Ezeiza, donde tenés que dar los últimos besos y abrazos, soltar manos que te aprietan y no quieren soltarte (y que tampoco querés soltar), tratar de grabarte a fuego imágenes que no sabés cuando volverás a ver y dar ese paso hacia un pasillo donde, de golpe, dejás de ver a todos los que fueron a despedirte, y saber que desde ese instante estás solo …
7º Llegar a un sitio extraño (pero no como turista) donde la opción inteligente es adaptarte y asimilarte lo antes posible. Hay que acostumbrarse a llamar melocotón al durazno, que los pañuelos son desechables y no descartables, que la “v corta” ahora es “uve”, que los anteojos pasaron a ser gafas, que no se toma el bondi sino que se coge el autobús, que el boleto pasa a llamarse billete, que en julio hace calor y en navidad puede nevar, que cuando pedís una “servesa” te miran raro, que cuando llamás para intentar alquilar un departamento te dicen que está alquilado y entonces le pedís a un “local” que llame y resulta ser que está disponible, y que lo mismo pase con las ofertas de empleo. Es muy duro, y te encontrás solo. El teléfono te acerca la familia y los amigos, pero no tenés a quien abrazar.
8º A los 48 años pasar a ser un huésped. Si, en casa de tu hijo, pero huésped al fin. Cuando uno tiene internalizado el concepto de que si no estás en tu casa no sos dueño de decidir absolutamente nada, aunque solo sea por respeto, y aunque te digan que no es así, que estás en tu casa, sabés bien que no es “tu” casa. Y aceptar esto después de casi 30 años de independencia ……….. ufff..., ¡qué duro es!
9º Hacerte a los modos y modismos de la gente, aprender a “traducir” tu currículum, porque aquí el “contador” es únicamente lo que en Argentina conocemos como “medidor”, y así con un sinnúmero de términos profesionales. Descubrir por tu cuenta cuáles son las mejores estrategias para buscar empleo. Aprender a moverte por una ciudad muy diferente a lo que uno conoce.

Y creo que si me quedo pensando un rato más agrego algunos “ítems” más.
Afortunadamente tuve suerte. Después de reservarme un par de semanas para aclimatarme y ocuparme de trámites, encaré la búsqueda de trabajo y ¡Oh sorpresa! en apenas dos semanas conseguí empleo. No podía creerlo.
Y cuando una semana después me ofrecieron otro empleo con un 50% más de sueldo y coche, menos podía creerlo.
Pero claro, todavía no había cambiado el chip, y cometí el error de ir a trabajar para un arquitecto argentino que me vendió aquello de que “yo era quien podía ayudarlo a solucionar sus problemas”.
Pero …….. si yo emigré para tratar de solucionar los míos, ¿porqué tenía que embarcarme en solucionar los de otro? Y claro, no podía ser de otra manera, cuatro meses después tuve que renunciar porque había cobrado solo un mes.
Fin de año de 2002 nos encontró sin una moneda y retomando la búsqueda, y ese tema se había puesto más difícil. Hasta que tomamos conciencia de que estar a 40 km de Madrid ponía más difícil la búsqueda.
Entonces decidimos mudarnos a algo bastante habitual por aquí, un piso (departamento) compartido. En este caso era un departamento con 3 dormitorios donde el inquilino principal subalquilaba dos. Así que nos encontramos conviviendo con un matrimonio peruano y dos hermanas guineanas (más novios y visitas). Eso parecía una asamblea de la ONU, pero a un paso del centro de Madrid.
Incómodo (imagínense madrugando más de lo necesario para no encontrar calentita la tabla del inodoro o esperar turnos para poder usar la cocina), pero permitió que en dos semanas estuviéramos los dos con empleo. Precario, no era lo nuestro, pero nos daba para vivir tranquilos. Unos meses después pasamos a una pensión (en un edificio de más de 200 años) frente a la estación de Atocha. Allí se amplió la “internacionalidad”, españoles, mejicanos, peruanos, franceses, nosotros, y hasta un muchacho mauritano (que la dueña de la pensión confundía con “mahometano”).
Tan tranquilos que un año después (julio’04) llegaría Santi, lo que nos empujó a alquilar un departamento para nosotros solos antes de la fecha de nacimiento. Nos mudamos justo un mes antes del atentado de Atocha (11-03-04), así que al gordito creo que tenemos mucho que agradecerle.
De ahí en más, todo fue empujar para adelante. Ahora más obligados pensando en ese pitufo, y siempre arreglándonoslas solos.
Tuvimos la suerte de poder volver de visita (llevando al flamante nieto) en septiembre’04, volvimos a ir en noviembre’06 y marzo’08, una frecuencia poco común en los inmigrantes que hemos conocido por aquí.
Y aquí seguimos, trabajando mucho y muy duro, pero con la tranquilidad de que existe una red social que te apoya y te da un cierto respaldo. Por suerte pude ir cumpliendo las etapas que me propuse: primero conseguir empleo; luego lograr trabajar en lo mío y por último mejorar el perfil.
Extrañando mucho, pero cada vez más asimilados. De hecho ya tengo que hacer algún esfuerzo para escribir en “argentino”.
Creo que el ser un sobreviviente de muchas cosas me ayuda. Una adolescencia marcada por “la morsa” y haber conocido la democracia plena ya de grande. El 83 y su “destape” me encontró ya con 30 tacos, 10 años de matrimonio, dos hijos en la primaria y una hipoteca campando a sus anchas.
Sobreviví al “proceso”, a la 1050, las hiper, más de 20 años de universidad (cursada robando horas al sueño y en los pocos huecos que dejaba el trabajo), un divorcio, un nuevo matrimonio, tener que emigrar, el tercer hijo y el primer nieto ...
Hoy, ya pisando los 55 pirulos (una ironía lo de cumplir “los dos gallegos” en España), tengo ya como proyecto seguir trabajando hasta donde me dejen llegar los huesos, para ver si logro armar una jubilación que será estrecha por los pocos años de aporte aquí, y acompañar al “peque” en su crecimiento.
Y así como un día dije que Twitter me brindó el sentido de pertenencia a un grupo, aunque puedo dedicarle poco tiempo, ahora intentaré con este blog extenderme algo más allá de los 140 caracteres.
Tengo claro que no tendrá el feedback del microbloging, pero intentaré ir alimentándolo con anécdotas, ideas, noticias que me parezcan interesantes, …… divagues variados.
La vida (y lo que yo hice con ella) me pusieron donde estoy, sin amigos cerca con quienes compartir nada, y a una edad en la que es muy difícil volver a armar redes sociales propias, así que espero que este rincón mío pase a ser mi amigo y, quizás, hasta mi confidente.
Veremos …………. ganas y garra de escorpiano no van a faltar.
Quedan invitados a visitarlo, la casa invita el café, y a participar como mejor les parezca, se acepta todo tipo de aporte y opinión.
Y desde ya, reconozco que me cuesta mucho escribir, pero cuando me suelto … me cuesta ser breve.