Entre otros acontecimientos, puede ser un cumpleaños o un aniversario.
Los cumpleaños son indiscutibles, podemos dar fe de una fecha exacta (salvo contadísimas y muy raras excepciones).
Pero, ¿y los aniversarios? Para muchos de ellos también podemos dar fe de fechas exactas. Allí está nuestra memoria (e incluso algunos registros documentales) que eliminan cualquier duda.
Pero hay otros que, aunque tengan esa exactitud, tenemos todo el derecho del mundo para ponerlos en duda.
En estos días (exactamente el sábado 29-11) se cumple el aniversario de nuestro casamiento, pero…. veamos un poco la historia.
Primero: ¿cuándo nos conocimos?
No lo sabemos. Aunque suene extraño, es así. Sabemos que hubo un momento en que coincidimos laboralmente (ella como empleada y yo como colaborador externo) en un estudio contable.
¿En qué fecha?, no lo sabemos. Ella se incorporó allá por fines del 78, principios del 79, y yo tenía contactos esporádicos con el estudio desde esa misma época. Seguramente nos habremos encontrado por primera vez en algún momento a lo largo del 78 ó 79, no tenemos registro del momento.
Ese vínculo “profesional” se mantuvo durante muchos años. Por épocas nos veíamos a menudo, y en otras épocas no teníamos ningún contacto, siempre dependiendo de mis ocasionales colaboraciones con el estudio, hasta que en el 92 dejó el estudio.
A partir de ahí perdimos ese contacto, excepto un breve encuentro a mediados del 93.
Hasta mi separación en enero’97.
Un mes y medio después busqué y rebusqué una tarjeta suya que sabía que tenía. Como corresponde a un súbdito de Murphy, la tarjeta no apareció hasta unos días después de que buscara el teléfono de sus padres en la guía.
Bastó una llamada para retomar el contacto, otra llamada suya y un encuentro unos pocos días después.
Y entonces sí, tenemos una fecha exacta de cuándo comenzó nuestra relación, un 23 de febrero; unos 17 ó 18 años después de conocernos. Y puedo asegurar que nos abocamos concienzudamente a recuperar el tiempo.
Pero seguimos sin saber qué día podemos decir “hoy hace x años que nos conocimos”, nos falta un aniversario.
Segundo: ¿convivencia sin casamiento?
Pues sí, seis meses después decidimos que queríamos compartir todo y lo pusimos en práctica. Era algo insalubre vivir separados por dos horas y media de viaje y pretender seguirnos viendo todos los días, eran 5 horas de viaje diarias ...
Un 16 de agosto es la fecha que podemos señalar como el día en que comenzamos nuestra vida en común.
Y quiero destacar que dije “convivencia sin casamiento”. Evité adrede usar la palabra matrimonio, por la sencilla razón que, para mí, el matrimonio es una ceremonia o pacto particular, personal e íntimo, con toda la carga afectiva y de propuesta de vida en común. En cambio el casamiento es la parte formal de esa ceremonia particular. Antes era normal que coincidan en el tiempo, hoy ya es menos habitual.
Tercero:
Dije al principio que nos casamos un 29 de noviembre. Y así fue, pero 9 años después…
¿Por qué? Es simple: me demandó un buen tiempo el divorcio, no solo por la gestión en sí misma, que tiene lo suyo, sino también porque no es gratis, ni precisamente muy accesible desde el punto de vista económico.
Lo pude completar casi sobre la fecha de mi viaje a España. Y allí se presentó otro problema, convalidar el divorcio en España para poder casarnos implicaba un trámite engorroso, largo y muy caro.
La solución llegó en un viaje a Argentina a fines de 2006.
En secreto (como es mi costumbre para estas cosas) averigüé en el Registro Civil de la provincia de Buenos Aires sobre los trámites para un casamiento. La respuesta me dejó helado, había que iniciarlo personalmente y no te daban fecha disponible para menos de dos o tres meses. La estadía prevista era de menos de un mes………. las cuentas no cerraban, llegaríamos el 11 de noviembre y pegábamos la vuelta el 1º de diciembre. Esos veinte días no alcanzarían.
Pero los escorpianos somos testarudos. Así es que, buscando, logré contactar por mail con la jefatura del Registro Civil en La Plata. Les expuse el caso y su respuesta fue asombrosa: “cuando esté en el país, venga a vernos y se lo solucionaremos”.
Y así fue, los visité en La Plata y en el momento llamaron al jefe del Registro Civil de Munro y le dijeron que nos diera una fecha dentro de nuestros límites de tiempo.
Quiero destacar mi eterno agradecimiento a la Dra. Patricia Palladino y su equipo de la Dirección Técnica, que me hicieron recuperar la confianza en la Administración Pública.
Consecuencia: en apenas tres o cuatro días tener que hacer aquello a lo que cualquier pareja “normal” le dedica varios meses: comunicárselo a la familia (con las consiguientes caras de “¿qué me estás contando?”); evidentemente no habría la celebración habitual, solo algo muy íntimo con la familia; también hubo que salir a comprar algo de ropa (uno no suele llevar ropa apropiada como para casarse cuando viaja de vacaciones) y un último inconveniente: los exámenes médicos demandarían un par de días más de los que disponíamos.
Por suerte, recordé que quien había sido mi dermatólogo trabajaba en el Hospital de Vicente López, y justamente estos exámenes dependen de Dermatología. Un llamado y una visita al hospital bastaron para tener los exámenes justo sobre la hora.
Todo tan apretado de tiempo que tuvimos que encargarle a una amiga que retirara el certificado de matrimonio y nos lo enviara por correo.
Y eso sí, se celebró con el pitufo presente:
Entonces, ahora estoy en una disyuntiva: Celebro el segundo aniversario siendo consciente de que celebramos el casamiento, ¿aunque el matrimonio lleve once?
Dos… once… o importa, dejo acá fe pública de que son los mejores que me tocaron vivir.
Aunque algunas veces te preocupe
Otras te haga enojar
Y algunas logre robarte la mejor de las sonrisas
Los cumpleaños son indiscutibles, podemos dar fe de una fecha exacta (salvo contadísimas y muy raras excepciones).
Pero, ¿y los aniversarios? Para muchos de ellos también podemos dar fe de fechas exactas. Allí está nuestra memoria (e incluso algunos registros documentales) que eliminan cualquier duda.
Pero hay otros que, aunque tengan esa exactitud, tenemos todo el derecho del mundo para ponerlos en duda.
En estos días (exactamente el sábado 29-11) se cumple el aniversario de nuestro casamiento, pero…. veamos un poco la historia.
Primero: ¿cuándo nos conocimos?
No lo sabemos. Aunque suene extraño, es así. Sabemos que hubo un momento en que coincidimos laboralmente (ella como empleada y yo como colaborador externo) en un estudio contable.
¿En qué fecha?, no lo sabemos. Ella se incorporó allá por fines del 78, principios del 79, y yo tenía contactos esporádicos con el estudio desde esa misma época. Seguramente nos habremos encontrado por primera vez en algún momento a lo largo del 78 ó 79, no tenemos registro del momento.
Ese vínculo “profesional” se mantuvo durante muchos años. Por épocas nos veíamos a menudo, y en otras épocas no teníamos ningún contacto, siempre dependiendo de mis ocasionales colaboraciones con el estudio, hasta que en el 92 dejó el estudio.
A partir de ahí perdimos ese contacto, excepto un breve encuentro a mediados del 93.
Hasta mi separación en enero’97.
Un mes y medio después busqué y rebusqué una tarjeta suya que sabía que tenía. Como corresponde a un súbdito de Murphy, la tarjeta no apareció hasta unos días después de que buscara el teléfono de sus padres en la guía.
Bastó una llamada para retomar el contacto, otra llamada suya y un encuentro unos pocos días después.
Y entonces sí, tenemos una fecha exacta de cuándo comenzó nuestra relación, un 23 de febrero; unos 17 ó 18 años después de conocernos. Y puedo asegurar que nos abocamos concienzudamente a recuperar el tiempo.
Pero seguimos sin saber qué día podemos decir “hoy hace x años que nos conocimos”, nos falta un aniversario.
Segundo: ¿convivencia sin casamiento?
Pues sí, seis meses después decidimos que queríamos compartir todo y lo pusimos en práctica. Era algo insalubre vivir separados por dos horas y media de viaje y pretender seguirnos viendo todos los días, eran 5 horas de viaje diarias ...
Un 16 de agosto es la fecha que podemos señalar como el día en que comenzamos nuestra vida en común.
Y quiero destacar que dije “convivencia sin casamiento”. Evité adrede usar la palabra matrimonio, por la sencilla razón que, para mí, el matrimonio es una ceremonia o pacto particular, personal e íntimo, con toda la carga afectiva y de propuesta de vida en común. En cambio el casamiento es la parte formal de esa ceremonia particular. Antes era normal que coincidan en el tiempo, hoy ya es menos habitual.
Tercero:
Dije al principio que nos casamos un 29 de noviembre. Y así fue, pero 9 años después…
¿Por qué? Es simple: me demandó un buen tiempo el divorcio, no solo por la gestión en sí misma, que tiene lo suyo, sino también porque no es gratis, ni precisamente muy accesible desde el punto de vista económico.
Lo pude completar casi sobre la fecha de mi viaje a España. Y allí se presentó otro problema, convalidar el divorcio en España para poder casarnos implicaba un trámite engorroso, largo y muy caro.
La solución llegó en un viaje a Argentina a fines de 2006.
En secreto (como es mi costumbre para estas cosas) averigüé en el Registro Civil de la provincia de Buenos Aires sobre los trámites para un casamiento. La respuesta me dejó helado, había que iniciarlo personalmente y no te daban fecha disponible para menos de dos o tres meses. La estadía prevista era de menos de un mes………. las cuentas no cerraban, llegaríamos el 11 de noviembre y pegábamos la vuelta el 1º de diciembre. Esos veinte días no alcanzarían.
Pero los escorpianos somos testarudos. Así es que, buscando, logré contactar por mail con la jefatura del Registro Civil en La Plata. Les expuse el caso y su respuesta fue asombrosa: “cuando esté en el país, venga a vernos y se lo solucionaremos”.
Y así fue, los visité en La Plata y en el momento llamaron al jefe del Registro Civil de Munro y le dijeron que nos diera una fecha dentro de nuestros límites de tiempo.
Quiero destacar mi eterno agradecimiento a la Dra. Patricia Palladino y su equipo de la Dirección Técnica, que me hicieron recuperar la confianza en la Administración Pública.
Consecuencia: en apenas tres o cuatro días tener que hacer aquello a lo que cualquier pareja “normal” le dedica varios meses: comunicárselo a la familia (con las consiguientes caras de “¿qué me estás contando?”); evidentemente no habría la celebración habitual, solo algo muy íntimo con la familia; también hubo que salir a comprar algo de ropa (uno no suele llevar ropa apropiada como para casarse cuando viaja de vacaciones) y un último inconveniente: los exámenes médicos demandarían un par de días más de los que disponíamos.
Por suerte, recordé que quien había sido mi dermatólogo trabajaba en el Hospital de Vicente López, y justamente estos exámenes dependen de Dermatología. Un llamado y una visita al hospital bastaron para tener los exámenes justo sobre la hora.
Todo tan apretado de tiempo que tuvimos que encargarle a una amiga que retirara el certificado de matrimonio y nos lo enviara por correo.
Y eso sí, se celebró con el pitufo presente:
Entonces, ahora estoy en una disyuntiva: Celebro el segundo aniversario siendo consciente de que celebramos el casamiento, ¿aunque el matrimonio lleve once?
Dos… once… o importa, dejo acá fe pública de que son los mejores que me tocaron vivir.
Blanca, te adoro
Gracias por esos años
Gracias por esos años
Aunque algunas veces te preocupe
Otras te haga enojar
Y algunas logre robarte la mejor de las sonrisas
GRACIAS MI AMOR